Las postales de Josefina Oliver llevan mucho trabajo creativo. Compra en casas de fotografía postales, cartulinas pequeñas de colores lisos con su reverso listo para remitir por correo, en donde adhiere sus mejores fotos iluminadas.
O también utiliza papeles artísticos con emulsión ya preparada, que tienen motivos kitsch como paletas de pintor, rombos o corazones, sobre los que revela sus tomas, generando encuadres nuevos; monta estos trabajos sobre postales, y luego de redactar el texto, completa un cosmos propio que envía por correo.
‘Al volver a casa paré en la casa de postales cerca de Ayacucho, compré postales lisas para pegar fotografías y unos libros (…)’ Diario 4, p.070, 20 feb 1906
El deseo de Josefina de mostrar su trabajo, la lleva a armar cientos de estas pequeñas obras que prodiga a sus amistades y relaciones. Este gusto personal se refuerza, a partir de 1901, con la moda del intercambio mundial de tarjetas postales, de gran calidad de impresión y a mitad de costo de una carta.
‘(…) Cuando la furia de coleccionar postales, a mis corresponsales que eran muchos y de todas partes del mundo y me pedían mi retrato les mandaba esta foto- Años del 1900 – al 1904 – Junté más de 5 mil postales (…)’ Diario 18, foto 017, junio 1952