Josefina Oliver durante el noviazgo con su primo Pepe Salas Oliver, le envía varias de sus postales con autorretratos iluminados y un breve texto amoroso o mensaje escondido, obteniendo un conjunto muy logrado.
Este grupo pertenece a la serie de postales con sus fotos, la mayoría iluminadas (coloreadas), que adhiere en cartulinas diseñadas por ella. Crea muchas de estas pequeñas obras, que elige regalar a sus conocidos y a extranjeros con quienes se escribe.
En esos años surgen los amigos por correspondencia, a causa de la fiebre internacional producida por los cartoncitos, tan novedosos y atrayentes por sus motivos, y con menor precio que las cartas.
En julio de 1907 Josefina y su padre se mudan a una casa nueva, en la calle Pueyrredón 1451.
Allí se efectúa el casamiento con su primo hermano Pepe Salas Oliver:
‘Jueves 12 – (de diciembre) (…) á las 9 menos 20 minutos aún estaba yo sin peinar y sin vestir y ya empezaba a venir gente. Me vistió Mercedes. Me peinaron muy mal por falta de tiempo. (…) Á las 9 1/4 salimos en cortejo pa la sala donde Monseñor Vilanova Sanz bendijo nuestro enlace. (…) Pasamos al comedor donde tomamos una copa de champagne. (…) Poco después pasé á cambiarme y á las 10 1/2 nos fuimos.’ Diario 4, p.244 b
Pepe va a ser un marido atípico, dedicado a ella y a sus intereses, que apoya y comparte. Muy cariñoso con los sobrinos, y luego con sus hijos; amante de plantas y pájaros; ‘amigo de sus amigos’ y nada interesado en ganar dinero.
Para marzo de 1908 Josefina hace unas fotos en donde ella y Pepe aparecen travestidos. Es el último día de carnaval, pero esa idea de disfrazarse ‘con trajes trocados’ la repite otras veces con sus sobrinos, y más adelante con sus hijos.
En la primavera de 1909 el matrimonio espera su primer hijo.
Junto a Pedro Oliver, proyectan ir a vivir a Mallorca, por lo que en el verano de 1910, Josefina toma muchas fotos como recuerdo de Buenos Aires y de la Chacra Santa Ana.
Las incomodidades del preparto empiezan el 8 de mayo, pero recién el 12 la operan, muriendo el niño en la cirugía. Josefina, acompañada y asistida por Pepe siempre, queda muy alicaída.
A pesar de la tristeza, mantienen la idea del viaje, ya que Pedro Oliver y Pepe Salas, mallorquines, llevan 40 y 16 años de ausencia y desean regresar a su isla. Embarcan en julio hacia Palma de Mallorca, España, donde se instalan en el centro de la ciudad.
En los años 1911 y 1912 nacen sus dos hijas, Isabel y Juanita.
Josefina y Pepe llevan una vida social activa dentro de la cerrada burguesía mallorquina.
A partir del casamiento, y sobre todo por la radicación en Mallorca, Josefina fotografía poco.
Luego de meses con problemas de salud, a fin de 1913, muere Pedro Oliver, de 63 años. Un mazazo para las hijas que lo veneran, por el cuidado amoroso recibido durante su infancia y adolescencia sin madre.
Ambas deciden regresar con sus familias, en febrero de 1914, hacia Argentina.
Pepe y Josefina viven seis meses en Rosario, Santa Fe, en casa de Genaro y Catalina. Con un nuevo embarazo, deciden alquilar una casa en Adrogué, Pcia. de Bs. As.
Recrean allí el ambiente amable de la chacra de San Vicente: plantas, huerta, aire libre.
En abril de 1915 nace Pedro Salas Oliver.
Al año siguiente Catalina y Genaro se mudan de Rosario a Buenos Aires, a la casa de Pueyrredón 1451. Durante esos años ambas hermanas se apoyan mutuamente, llevando una vida dedicada a la crianza de los hijos, escolaridad, comuniones y deportes.
Hacia septiembre de 1921, Josefina sufre problemas en el ojo izquierdo, que terminan en desprendimiento de retina, y con el riesgo de quedar ciega por una turbiedad del derecho.
Abajo del consultorio del oculista hay una imprenta, y Josefina decide encuadernar, en un tomo, los comienzos de su Diario personal. Vital y creativa, supera el dolor de forma ejemplar.
‘De los siete primeros cuadernos de mis apuntes hice este tomito’ Apuntes 1, p.003
En mayo de 1922 Josefina y Pepe con sus hijos, toman el barco a Europa para vivir definitivamente en Mallorca. Allí se instalan en Palma, alquilando una casa en el centro, en la calle Beata Catalina nº 5, ‘casa de 400 años de antigüedad’.
Viven la nada agitada vida de ‘la isla de la calm’, rodeados de parientes y amigos, yendo a incontables servicios religiosos, fiestas populares, y circuitos turísticos de maravilla. Las fotos en estos años escasean; la vida hogareña, la lejanía con Buenos Aires, ciudad que estimula su creatividad, y la pérdida del ojo izquierdo, desalientan a Josefina. Pero en junio de 1925, comenta:
‘…Esta mañana vino un entendido en máquinas fotográficas y encargamos un cajón tipo Raffles para ponerle el objetivo Goezts de mi máquina vieja.-’ Diario 6 p.522
Y en 1926, escribe:
‘Lunes 1º… Pepe estos días está muy atareado instalando en un cuarto de arriba un laboratorio para fotografía…’ Diario 7 p.094
Así Pepe comienza a tomar fotografías a sus hijos y, además de copiarlas, amplía muchas de las placas de vidrio de Josefina de principio de siglo.
Ella se aboca a iluminar (colorear) todo ese material, muy importante luego en los últimos cuadernos que escribe a lo largo de los diez años finales de su vida.
En ese tiempo envían un año a las hijas a un colegio en Montpellier, Francia y Pedrito sigue los estudios en Madrid. Recorren con ellos algunas ciudades de Francia e Italia, yendo seguido a Barcelona.
Su hija mayor Isabel, egresada de un colegio palmesano, se compromete con Manuel Balaguer, médico, con quien se casa en 1934.
A fin de ese año viajan Pepe, Josefina y Juanita a Buenos Aires. En septiembre de 1935 nace su primer nieto, Manuel Balaguer Salas.
Regresan en mayo de 1936, y en julio comienza la Guerra Civil en España. Luego de meses de ver el horror en progreso, Pepe y Josefina deciden volver con Pedro, su hijo argentino, para evitar su enrolamiento en el ejército español. Toman el vapor Augustus en enero de 1937 hacia Argentina. Josefina y Pepe ya no van a regresar a España.