A los 17 años, Josefina Oliver comienza Apuntes 1, primer volumen de un Diario personal que va a contar, al fallecer a los 81 años, con 8.400 páginas editadas por ella en 20 tomos.
En 1894 su madre Juana Rebasa, de regreso de España en fecha sin explicitar, muere en el Hospicio de Mujeres Dementes de Buenos Aires (hoy Hospital Moyano).
La familia calla en vida su inestabilidad mental, y refuerza este tabú social al omitir publicar su muerte en las necrológicas de los diarios. No obstante, las hijas llevan un luto riguroso.
Un año después, unos vecinos sorprenden a Josefina con una novedad:
‘(…) Raquel nos llamó y fuimos con ella, Candriani, Tavaracci (…). Nos sacaron con la fotografía instantánea en la azotea…’ Apuntes 1, p.112
Desde entonces experimenta y aprende con ellos y con sus amigas Grau, este pasatiempo especial y las técnicas de la máquina.
Mientras, Pedro Oliver que busca una propiedad rural, encuentra la
‘(…) Chacra Sta Ana: 120 hectarias al lado mismo de la Estación San Vicente F.C.S.- 40 k de Buenos Aires- la compró Papá el año 1896- al Sr. Juan Anasagasti Catorce veranos pasamos allí- era un vergel- calle de casuarinas, de eucaliptus, de álamos de la Carolina- todas las verduras, todas las frutas, todas las flores- Monte de duraznos con mil plantas- break, 8 o 10 caballos- 2 vacas lecheras-, etc. (…)’. ‘Yo’ Autobiog, Diario 16, p.162.
Allí los visitan muchos amigos, sacan grupos fotográficos y, a veces, le dejan las máquinas de fotos en préstamo.
Por entonces a su abuela materna, que vive con ellos, se le complica la salud.
En agosto de 1897 escribe:
‘(…) Martes 17 - Traté con la inglesa norteamericana Lisbet Price, como enfermera p’ Abuelita. Al cabo de 1 hora volvió con su baul. Va de sombrero y guantes.- Duerme en el cuarto de Abuelita.- Resultó una mujer instruidísima, bondadosa, artista y muy desgraciada (…)’. Apuntes 1 p.188.
Catalina Alou de Rebasa, fallece en noviembre. Lisbeth permanece unos meses como profesora de inglés siendo, ante todo para Josefina un ejemplo de mujer posible, infrecuente por su capacidad y sobre todo por su autonomía.
Las hermanas Oliver retoman, luego del duelo, su vida social activa. Al reunirse con sus amistades revelan, iluminan (colorean) las copias, sobre papel y sobre tela, arman estampillas con fotos de profesionales.
Josefina ama recorrer la ciudad e ir registrando su paisaje en el diario, mientras fotografía paseos en grupo, eventos culturales, patios e interiores de casas.
Estos registros demuestran una entrañable relación de Josefina con Buenos Aires, originada en la educación pública recibida de niña, junto al devenir de la ciudad aldea en una megalópolis durante sus primeros veinte años de vida.
Se da así una simbiosis entre Buenos Aires, con su potencia que inspira, alienta e impulsa a Josefina en sus trabajos múltiples, y ella quien deja su obra monumental a la Ciudad, recuperada y exhibida en estos años del siglo XXI.